jueves, 8 de marzo de 2007

EL SONIDO DE LA BESTIA

Carolina Yribarren



Pégame tu mejor golpe, sonaba durísimo Pat Benatar en mi conciencia maldita, en mi único rostro, en mi necesidad de existir sin condiciones.

El Heavy Metal persiguiendo mis sueños, atrapando palabras que luchaban en mis labios, sin atreverse a volar solas por el aire.

Lo recuerdo, el amor estable no sangraba a mis diez y siete años, ni laceraba de dolores el viaje necesario hacia la nada.

Yo estrangulaba entonces posesiones y delirios violentos bajo cabellos largos, delineadores negros y labiales rojo púrpura, atreviéndome a potenciar el grito solitario de la adolescencia, más por pasión que por justicia.

Entonces sabía más de dolores por letras de canciones que por heridas abiertas en carne propia.
Vestida de Negro, conocí la distancia necesaria entre vivir las lágrimas y mi primer deseo de suicidio, mientras seguía desterrando amores dolorosos, ácidos besos, lagrimas que oculté entre los tonos altos, para convertirlas algún día en recuerdos. Me construí de alaridos y gritos de auxilio intentando devolverme la inocencia.

El tiempo se deslizaba en cada fisura de un disco de vinilo de Van Halen, abriendo huellas profundas sobre mi cuerpo.

El óvulo y las cenizas se beben en el mismo vaso. Aquella rebelde y complicada estrofa de canción intensa. Fumando hierba arrimada a la hornilla, ahogando despedidas y penas. Implicada hasta los huesos con el destino: mi primer cigarrillo, el vino tinto, los vicios del cuerpo en un hombre mayor, para no olvidarlo ni olvidarme de mi primera experiencia

Sólo allí, desde el margen de la vida, algo fue verdad para mí, mientras soñaba. Es verdad, todos tenían nombre menos yo que sólo iba marcada en la frente con el estigma del silencio. Jamás lo abandoné, los parpados quemados, la mutua mirada de los ojos.

Confrontada, separé la vida y partí de cero, porque contra lo hecho sólo se recuerda prolongaciones de urgencias inconclusas.

Luego volvió, con los hijos, la muchacha que yo era, la misma que se miraba en el fondo de tus ojos.

Otro lugar, otro tiempo. Todos los días fragmentos de canciones para dormirlos y despertarlos llenos de ilusiones.

Crecen mis hijos; y yo con ellos. Crecen las nuevas canciones inscritas en piedras duras y serpientes de memoria.


http://artecomestible.blogspot.com

6 comentarios:

carloszerpa dijo...

RECUERDO QUE LA SERPIENTE CON LA QUE SALIA LA BANDA DE HEAVY METAL LLAMADA "PAWER AGE" (NOMBRE ROBADO A UN DISCO DE AC DC)EN LA CIUDAD DE VALENCIA,EMULANDO A "ALICE COOPÈR", SE LAS REGALASTES TU AL CANTANTE, EL CUAL CREO ERA TU NOVIO SI MAL NO RECUERDO... ERA UNA TRAGAVENADO QUE HABIAS ENCONTRADO EN EL JARDIN ATRAS DE TU CASA.
AÑOS EN QUE ELLOS USABAN PANTALONES DE CUERO Y TU MINIFALDA TAMBIEN DE CUERO NEGRO.

JCZ dijo...

Qué sopresa!

Salud.

Carolina Yribarren dijo...

"Implicada hasta los huesos con el destino: mi primer cigarrillo, el vino tinto, los vicios del cuerpo en un hombre mayor, para no olvidarlo ni olvidarme de mi primera experiencia"..La tasca Terranosa, la Fonda del caminante, el teatro de la Campana, mi vestido negro ultrapegado,mis zapatos puntiagudos y los Van halen entrándome directamente por al sistema nervioso central vía medula espinal.
Lo demás no se de donde lo sacaste?

Unknown dijo...

Epale mama, que buen texto,acido,super, muy tu. Lo de la culebra y otros bichos, No me extraña. Pero que va pana, Novio del Paul pendejo Guillman Chavista ni lo creo, te he visto malos ratos, pero no malos gustos.
Te quiero mucho y durísimo con el buen Rock and Roll que escuchamos siempre.
tu hijo pablo

Maria D. Torres dijo...

Buen texto Carolina, me gusta mucho. Muy sentido... quien tuviera 17 otra vez! A veces uno intenta revivirlo a través de los hijos. Sufrimos en esa época pero nos morimos por regresar a ella.
Beso,
MD

SERGIO MÁRQUEZ dijo...

Me gusto mucho. Salud!!!!