jueves, 8 de marzo de 2007

TREINTA Y TRES ENTRE TRES

José Javier Rojas



Para el Fósforo con su clave doble bombo, Enrique sin su bajo (robado) y Echeto con su kit de emergencia para melómanos

No son once. Son treinta y tres entre tres. Esto es, treinta y tres años ininterrumpidos, que no son pocos, trabajando en equipo. Mantener un equipo cohesionado y productivo tanto tiempo es una hazaña. Más si de hacer música se trata, porque ya saben, los músicos andan muy a su ritmo, por su lado salvaje de la calle. Si no me creen pregúntenle a Sting, que se reúne él con sus compañeros, precisamente treinta años después de haberse ido él con la música y su ego tántrico a otro lado. Sin poses de portada, sin divos filantrópicos en los trópicos, sin tanto aspaviento de rock star, el trío canadiense Rush es una catedral de rock progresivo: no es música pavita para jevitas, como dice Les Claypool, el bajista y loco de cabecera de Primus, fan convicto y confeso que trató infructuosamente de ligar nenas en el cole poniéndoles la música que lo estremecía, pero que a ellas les parecía pomposa. Las cheerleaders podrán ser refractarias a sus canciones, que no dudarán en llamar pretenciosas pero ni siquiera ellas pueden negar que Rush toca como nadie antes conocido, y que son imitados y seguidos por una legión, que después de ellos, les siguen a lo lejos y con la lengua afuera para llevarles el trote.

Estos embajadores culturales de Canadá, así reconocidos oficialmente por el estado, no se han transado con modas ni con mercados, y por eso su obra es vigente y atemporal. No hay arreglos, técnicas de grabación ni instrumentos que los delaten, por eso no suenan a esta década o a aquella. Son treinta y tres años sonando estrictamente a ellos, y de qué forma. Para verificarlo, pueden revisar R30, el DVD de su gira trigésimo aniversario que grabaron en Hamburgo en 2004, que incluye además entrevistas y material de archivo incunable. Como regalo del Día del Enamorado atrasado (el día, no el enamorado), las amantes de geeks, nerdos y demás ingenieros se pueden reivindicar regalando el DVD 3X Replays, que es una edición de lujo que recoge en digital los conciertos de Montreal 1981, Toronto 1989 y Birmighan de 1988. Pero si además quieren que su amado les construya un Taj Mahal o recoja su reguero eterno en eterno agradecimiento por tanta magnanimidad melómana, complete el pack de esta cajita feliz de Rush con el DVD Rush in Rio, con los fanáticos brasileños cantando los temas instrumentales de la banda (hay que verlo para entenderlo).

Ahora, si son realmente escrupulosas y exhaustivas, le pueden regalar a su gallo gallardo además los tres diarios de viaje que ha escrito el baterista (que es el ilustrado letrado letrista de la banda) recorriendo los caminos de varios continentes, luego de perder a su esposa y a su hija (es un regalo medio morboso, que conste, pero hay fans y los fans de Rush parecemos sacados de los Expedientes X): Ghost Rider: Travels on the healing road, The masked rider: Cycling in West Africa y Traveling Music: The soundtrack to my life and times.

Si tan sólo alguna vez vinieran a tocar en el Poliedro, y usted le comprara esa entrada dorada al reino, pues la felicidad sería perfecta: la mujer perfecta, el grupo perfecto, el momento perfecto… Piense en todas las veces que él la ha llevado a usted a ver a Arjona, Maná o a Olga Tañón y verá que es poco pago para tanto sacrificio.

4 comentarios:

Jota dijo...

ÚLTIMO MINUTO: "Snakes & Arrows" la más reciente placa en estudio de los Rush llega a las tiendas el 1° de mayo: "Melómanos del mundo, uníos en alegría y agradecimiento. La vida es bella". Celebremos este nuevo disco, liguemos la próxima gira, soñemos con un festival de Los Tres Tríos, con Génesis y Police redivivos y en respectivos tours por el mundo, alucinemos de pensar que tanta música podría desembarcar en Caracas de un momento a otro si nuestros espacios públicos no fueran tan desperdiciados en mitines y motines y los locales apropiados no fueran tan inapropiados... Para cerrar el update noticioso: Saga cumple treinta años, reedita Worlds Appart con DVD de rarezas incluido y sale en gira para despedir con honores al vocalista Michael Sadler, no todo puede ser perfecto...

Roberto Echeto dijo...

José Javier, en los últimos tiempos lo único que me ha hecho sentir acompañado en este valle de lágrimas son los discos, y especialmente los de Rush.

Cuando hablas de discos, siempre se establece una conexión entre tú y alguien, como si el fin último de la música fuera ése: unir a los seres humanos que andan por ahí, errando solos.

La calidad de Rush está más allá de discusión.

Un gran abrazo.

Anónimo dijo...

Hace veinte años (un poco más, en realidad, pero como ahora nos ha dado por correr la coma, en fin) hubo en Cata un festival que no fue que se llamó Rock en Cata... fuimos, no vimos nada y en realidad vencimos la frustración de quedarnos sin la música anticipada pero al menos sí con playa y jevitas, los de la comandita de sospechoso habituales montados en un DelRey, entonces toda una reluciente nave pava con calcomanías de Blade Runner. Llegamos, montamos la carpa, y nos instalamos a descargar a las responsables autoridades subnormales que habían negado el permiso por temor a "instrumentos psicodélicos" (yo hubiera pagado el dinero que no tenía por ver uno de esos).... En medio de la noche y del sueño precario que uno malduerme en una carpa, llegaron unas tipas a montar la suya de ellas, y me pusieron a maquinar las mil formas en que las iba a masacrar a la mañana siguiente. Amaneció, entré al mar para despejar y aclarar los detalles de mi venganza a lo Django, y de regreso a las carpas y rumbo a la escabechina, me recibió la música (insisto, la música) que salía de la carpa de las nenas... De ahí en adelante todo fue nuestro Woodstock íntimo y personal. Después de todo, sí hubo rock en Cata, al menos para nosotros. La música es el santo y seña que nos identifica con nuestros semejantes, salud hermano.

Fósforo Sequera dijo...

Gracias por la dedicatoria, José Javier. Un honor.

Comparto con Roberto, los discos han resultado ser insustituibles compañeros, especialmente los de Rush (en mi caso, le acompañan otros tantos más). Y más que una compañía, me han servido como un mapa sonoro que me permite descubrir nuevos territorios. Gracias a la maestría ritmica de Peart, encontré en la batería un lugar donde hilar pulsos.

Un abrazo

Seguimos en clave (doble bombo, en este caso).