jueves, 8 de marzo de 2007

VUELVO A ELLAS

Fósforo Sequera



Realidades sonoras que convergen sin hacerse daño una a la otra. Algunos mundos envueltos en papel celofán reposan como esperando por ser descubiertos. Otros, menos inexplorados, gozan de toda la gama de mapas y señales para llegar hasta ellos. Sin embargo, me paseo por casi todos ellos, hurgo en cada una de sus particularidades y trato de sumergirme en cada uno de los detalles que van mostrando, donde trato de encontrar paisajes novedosos, aportes sin temor, virtuosismo o lirismo, en fin, mensajes que puedan traspasar las fronteras de mis gustos para quedarse a vivir de manera eterna. Siempre resulta grato volver allí, recorrer una y otra vez todas las posibilidades que pueden asomarse en aquellos balcones pequeños, a veces llenos de colorido, de magia, de encanto, donde cada cultura monta sus tarantines y hace sus muy peculiares ferias, donde emergen voces matizadas con tierra de cada continente, bañada de agua de ríos y mares, alimentada de frutas tropicales, de selvas, desiertos, montañas o playas.

Pese a todos los barcos que navegan con banderas negras y con una calavera dibujada en su centro, siempre es un buen lugar para ir descubriendo nuevas rutas, sobre todo si te dan la libertad de ir explorando, palmo a palmo, cada uno de sus rincones, escalar los estantes cual alpinista y entrar a los escondites donde los sonidos hacen sus reuniones secretas, donde la pureza puede ser vista sin pudor alguno, pero el mestizaje también se muestra sin complejos.

Algunas tienen sus fortalezas, por eso uno vuelve gustoso a ellas, sobre todo cuando quien la regenta tiene la capacidad de darnos la sorpresa con algo novedoso, original, creativo, o bien con algo que tenga la suficiente cuota de trascendencia necesaria. A través del tic tac he conocido muchas, en lugares diversos, pero uno siempre regresa a aquellas que saben resguardar el verdadero valor de las notas y los silencios, aquellas que respetan el origen y las formas predominantes en cada sonoridad. Para ello es necesario conocer lo que se tiene, así como conocer a quien acude a ellas en procura de aquellas notas que se propagan a través del aire. De modo que uno se vuelve un miembro de la casa en el momento en que quien atiende logra apartar un sector de la memoria para almacenar lo que cautiva a cada uno de los que entran a acariciar sus oídos. Y eso, en menesteres como este, tiene una alta estima en el gusto del melómano comprador.

Uno sueña con la ideal, con aquella que, aparte de una interesante oferta sonora, pueda brindar el espacio para que el aroma del café sea cómplice en el sabroso debate entre comprar un disco de Monk o una obra de Claude Debussy, donde el oído pueda sentarse cómodamente a disfrutar lirismo de Bill Evans o el vuelo vertiginoso de un Chucho Valdés, donde las corcheas y fusas se abrazan con los silencios con amabilidad y cortesía, donde la diversidad es tan amplia que se puede ir desde París hasta Venezuela sin necesidad de un Airbus, donde la libertad de escoger sea una decisión voluntaria y no una imposición producto de la moda del momento, donde cada producción evita el falso maquillaje y las ropas de pasarela para vestirse como mejor le plazca, comodamente, mostrándose más natural.

Y más allá de eso, sueño con tener una de estas, cálida, llena de detalles, donde pueda resistir los embates de los Morgan o Drake del presente gracias a la presencia de invitados permanentes como Veloso, Coltrane, Monk, Valdés, Torrealba, Palmieri, y muchos otros que no pasan por la tostadora, donde la música tenga siempre el papel protagónico en todo el show, como siempre debe ser.

Existen muchas, distribuidas por todo el globo terráqueo. Resulta grato volver a ellas, al encuentro con diversas realidades sonoras que viajan cual saetas a través del aire. . .


http://entraenclave.blogspot.com

2 comentarios:

SERGIO MÁRQUEZ dijo...

Estimada Fósforo, yo también vuelvo a ellas, como un adicto, en cualquier parte del mundo. Cuando entro en ellas dejo atrás la esclavitud del tiempo. Inclusive, una, enorme, fue la culpable del fin anunciado de alguno de mis noviazgos. Cuando son buenas, son caleidoscópios sensoriales, laberintos hechos de un solo surco plagado de sonidos que son memorias y también nuevos descubrimientos.

Lapapaya dijo...

Encantada....creo que diste en el punto clave...
Está precioso...
Un beso!