viernes, 9 de marzo de 2007

TÚ ME ACOSTUMBRASTE

Adriana Bertorelli



Pagando al subir, mija que pa luego es tarde. Pagando al subir, doña, noooo, qué tercera edad ni que nada. Después el gobierno no me paga el subsidio. ¿Adónde? Hable más duro que no le oigo. ¡Silencio, Sabana del Blanco, Hospital de niños! y si se va a montar, móntese que allá hay un fiscal. Soy malquerido por la mujer que yo más quiero. Ay, María Luisa, tú me acostumbraste a todas estas cosas, y ahora no me hallo. Acá no hay parada mi dóctor, más alantico lo dejo, ¡que no hay parada! ¡Silencio, Sabana del Blanco, Hospital de niños! ¿No oye? Pues no, no la pongo más bajito y si no le gusta, bájese usté. Mire que de las pocas cosas democráticas que quedan en este país es el despecho, ¿sabe? Así que déjeme gozármelo en paz. Miénteme más, que me hace tu maldad, feliz, María Luisa, por eso te odio, por eso te quiero. Pagando al subir, me hacen el favor y me van enseñando el carné de estudiante. Sí, como no, si con ese tamañote tú eres estudiante, yo soy Jorge Negrete. ¡Silencio, Sabana del Blanco, Hospital de niños! Ay, si esta gente supiera, que tu retrato está colgado en el cuartico, donde yo noche tras noche te besé. No, compadre, no acepto pedigüeños en mi unidad. Es tercera vez esta quincena que se te muere la abuelita, que en paz descanse si de verdad está muerta, así que invéntate otra. Móntese mija y caminen para atrás que todavía caben. Y si no les gusta se van en taisi. Voy a mojarme los labios con agua bendita, para borrar los besos que una vez me diera tu boca maldita. María Luisa, ay, carajo, sí me dueles. La parada es allá, que si no el que se mete en peos con tránsito soy yo. Los aretes que le faltan a la luna, los tengo guardados, para hacerte un collar. Venirme a enamorar yo como un pendejo. ¡Silencio, Sabana del Blanco, Hospital de niños! Y los de atrás me hacen el favor y me dejan la amapuchadera, que esta es una unidad decente. Ay, María Luisa, cuando estábamos así tú y yo… amor sin esperanza ese es el mío. Deja la corneteadera, pásame por encima, desgraciao, ¿no ves que todo está trancao? Que no, que no lo bajo y punto. Y si no le gusta Pirela, cómprese un carro o bájese del mío. Ay, María Luisa, tan sólo un favor yo te voy a implorar, que el día de tu boda, el ave maría me dejes cantar...

5 comentarios:

La Gata Insomne dijo...

Hola Cotechana (viene de haber vivido bajo el mismo techo en distintos momentos)
Qué vaina tan buena, ya me esperaba yo que no te pelabas el despecho.
Pero digamos que con la locación te botaste!!!
Que caracosa


besos muchos

Unknown dijo...

Hasta llegué a sentirme "despechado" por no poder "disfrutar" de nuestro bien particular y especial medio de transporte "recontra-urbano"... Hoy seguiré buscando tu(s) libro(s) a ver si tengo suerte... besos y abrazos!

Anónimo dijo...

¡Lo único que le faltó a este relato es una mención al letrerito: Si se siente como un tigre no lo demuestre en mi carro!
Ja,ja, ja. Muy buen cuento, felicitaciones.

Anónimo dijo...

Mi querida tocaya de hija. Demasiado bueno tu cuento -¿o tu trayecto?- lástima que en esa camionetica no iba la muchacha que le dice al chofer: Señor, ¿me hace el favor por donde pueda?

Mitch

Daniel Certain Sintjago dijo...

Me gusta, me gusta. Escribe muy bien señora Adrianita. Si hubiese sido Barbarito Diez, bueno, qué le digo, que lloro mija, que lloro.